¿Quién fue el mejor torero negro de la historia?

Si no te suena su nombre, no te preocupes, porque desde Toros las Ventas te vamos a contar todo lo que necesitas saber sobre Ricardo Chibanga, el mejor y primer torero negro de la historia.

El origen de Ricardo Chibanga, primer torero negro de la historia

Toda historia tiene un comienzo y la nuestra lo tiene en Lorenço Marques, la que era capital de Mozambique y actual Maputo. ¿El momento? El 8 de noviembre de 1947.

Esos son el lugar y la fecha exacta del nacimiento de Ricardo. Después de esto, fueron pocos los años que pasaron hasta que comenzó a desarrollar una cierta afición por el mundo taurino. Esta vino de la mano de la necesidad.

Ricardo se crio en una familia con poco dinero. Su padre, dueño de una pastelería y su madre era ama de casa. Para ayudar con los gastos familiares y sacar adelante a sus seis hermanos, a la edad de 9 años, empezó a repartir folletos publicitarios de las corridas de toros que acontecían en la plaza cercana a su casa.

Entre juegos y risas con amigos, Ricardo fue enamorándose del noble arte. Sabe que en él está su futuro y es como decide seguir integrándose en el mundillo.

Una oportunidad de oro

La apuesta por mantenerse cerca del mundo del toreo no le salió mal a Ricardo, especialmente cuando un apoderado portugués se fija en él. Recordemos que en estos momentos, Mozambique seguía siendo todavía colonia portuguesa.

¿El problema? Este apoderado no le quería para convertirse en el mejor torero negro, sino para representar un espectáculo cómico.

Ricardo, con la suficiente visión de futuro, acepta la oferta. Sabe que hay una posibilidad de comenzar así su carrera en la tauromaquia. No se equivocó.

Con mucho esfuerzo de por medio, demuestra que vale para ello. Así, se le presenta la oportunidad de trasladarse a Portugal, nada más y nada menos que en avión, aprovechando un vuelo de las Fuerzas Armadas portuguesas.

Una vez llegado a Portugal, ingresa en la escuela de toreo de Golegá. Entre los años 1968 y 1969, toma el rol de novillero. Su desempeño es notable y hace que salga en varias ocasiones a hombros.

“El Africano”, el primer y mejor torero negro

Es en 1967, cuando el diestro Antonio Maravilla le bautiza como “El Africano”, en la plaza de San Sebastián de los Reyes.

Ricardo acepta gustoso el título, continuando su camino hacia convertirse en el primer torero negro.

El destino hace que se traslade a Sevilla, debido al interés de un empresario oriundo de dicha ciudad. Allí, comienza a entrenar con Paco Camino y Rafael Torres y es en el año 1971, cuando debuta nada más y nada menos que en la Real Maestranza.

Este es un punto de inflexión en su carrera y, en ese mismo momento, Ricardo es muy consciente de ello. Sabe que su futuro depende de lo que logre aquí.

El propio Antonio Bienvenida, quien le había cedido la muerte de un astado de más de 500 kg, le anima antes de salir. Su traje de luces, ese ánimo y la fe en sí mismo es más que suficiente para terminar una faena impecable.

Los periódicos recordaron la hazaña, que quedó enmarcada en la historia para siempre. Una muerte limpia y una oreja cortada (la única de la tarde) fueron el colofón para una faena cargada de toreo de calidad, así como un gran banderilleo.

Fuente: Diario de Sevilla

De España al resto del mundo

En los años venideros, Ricardo Chibanga se alzó como el primer torero negro, rodando por plazas de toda España. De Madrid a Barcelona, repitiendo en Sevilla y visitando muchas otras.

En este viaje, compartió cartel con grandes nombres como el de Rafael Torres, Paquirri o Curro Romero.

Su éxito no se limitó a los ruedos peninsulares. En poco tiempo comenzó con visitas a Latinoamérica, en plazas de Colombia o México, pero también a otras partes del mudo como Francia o Macao.

De hecho, fue en Francia donde llegó a cruzarse con el ilustre pintor Pablo Picasso. Tras completar la faena, el artista quedó tan impresionado con la actuación de Chibanga que le invitó a cenar y le regaló un cuadro.

También visitó de nuevo su país de origen, Mozambique, donde en 1973 dio un espectáculo digno de recuerdo saliendo por la puerta grande a hombros.

El fin de una era, el comienzo de una leyenda

Todas las lesiones sufridas durante una vida de dedicación al toreo no consiguieron que Ricardo Chibanga “El Africano”, el primer torero negro de la historia, se apartase de su camino. Y no fueron pocas, entre ellas una cogida en la Monumental de Barcelona que le acertó en el cuello.

En cambio, en 1974 se vería obligado a abandonar la tauromaquia en activo, debido a una enfermedad, la cual reducía cada vez más sus capacidades visuales. El lugar de despedida fue la plaza de toros de la mencionada Macao, en China.

Después de poner fin a su carrera como torero, no abandonó por completo todo lo relacionado con el toro. De hecho, pasó a ser un empresario dedicado a este sector. Adquirió dos plazas portátiles y las llevó por diversas localidades carentes de una fija, para así facilitar la celebración de las festividades.

Así, después de más de 40 años de retiro de actividad como diestro en los diferentes cosos alrededor del mundo, Chibanga mantuvo una estrecha relación con el mundo taurino.

Continuó su amistad con otros reconocidos diestros como Morante de la Puebla, viéndosele alguna vez en el tentadero de la finca de este.

Fuente: Flash!

Adiós, maestro

Desgraciadamente, en el día 16 de abril de 2019, el primer torero negro pasaba a ser leyenda, dejándonos a causa de un ictus.

Querido por la afición, jamás recibió ninguna ofensa debido a su color de piel. Hizo realidad su sueño de ser el primer torero negro de la historia y también el mejor hasta el momento.

Ahora, es recordado por todos por haber roto innumerables barreras y haber superado todas sus metas contra viento y marea. Sin duda, un ejemplo de superación que puede inspirar a muchos, sin importar su condición ni si están dentro o fuera del mundo del toreo.

Fuente de la imagen destacada: El Correo de Andalucía